jueves, octubre 20, 2005

¿Qué es la democracia?


A pocos días de las elecciones me ha surgido una pregunta casi obligada: ¿Qué es la democracia? Acabo de buscar en mi diccionario la definición, no obstante el resultado obtenido es un tanto decepcionante.

Democracia: gobierno en que el pueblo ejerce la soberanía.

Evidentemente esta definición carece de precisión y no nos es de gran ayuda para evaluar si un gobierno efectivamente es democrático o no.

Conversando con diversas personas he llegado a la conclusión de que unos interpretan que hay democracia en aquellos países donde hay elecciones libres, y otros que la hay en donde el gobierno lleva adelante aquello que satisface al pueblo. Tengamos en cuenta que son dos conceptos bien distintos. Por ejemplo, acorde con la primera definición, en un país donde se llama a elecciones pero, una y otra vez, el gobierno “traiciona” sus promesas electorales y se dedica a defender otros intereses, habría democracia. No obstante, desde la segunda definición no se podría considerar democrático un país con esas características. A la inversa, desde el segundo criterio, en un país donde no hay elecciones pero los anhelos de su gente son satisfechos, habría democracia (aunque otros lo vean como una dictadura, independientemente de cuales sean las acciones de ese gobierno).

Tras lo dicho hasta aquí, el lector sentirá que resulta entonces evidente que en una democracia deben darse ambas cosas, la consecuencia directa de esto es que quedarían muy pocos países que puedan ser calificados como democráticos, al no caer ni en uno ni en otro vicio. Está claro que la humanidad se divide entre aquellos que remarcan más una cosa o la otra, pero este humilde autor no desea asumir ni una ni otra definición de democracia en el presente artículo, tan sólo se trata de introducir al lector en esta ardiente controversia.



Pasando a las elecciones que se avecinan en Argentina, resulta insoslayable notar que la ciudad se ve inundada con carteles y la televisión con propaganda política. Aunque no sea tan evidente, aún así me parece muy remarcable el rol de aquellos periodistas que favorecen la campaña de tal o cual candidato, seguramente no en forma gratuita. Lo que el mero sentido común nos obliga a preguntarnos es: ¿De dónde salen las grandes sumas de dinero que cuesta tanta propaganda política? Evidentemente el dinero que se les paga a los partidos políticos por cada voto obtenido no puede ser suficiente para semejante bombardeo publicitario y esto implica que la financiación ha de surgir del bolsillo propio, en el caso de candidatos millonarios, o de misteriosas “donaciones”. Hay que ser un verdadero estúpido para pensar que esa gente va a estar dispuesta a gastarse semejantes fortunas sólo por el deseo de ayudar al país desde algún cargo público. Evidentemente toda suma de dinero gastada en la campaña, que se encuentre por encima de la provista desde el estado para esos fines, nos da una idea del margen de ganancia que el candidato piensa obtener con el cargo que adquiera, una vez ganadas las elecciones. ¡Lamento mucho sacudir las conciencias de varios lectores, pero esto es así!

Como conclusión quiero decir que considero que las democracias (presuntas) demuestran que ya no son tales cuando vemos que se gastan cifras desmesuradas en las campañas políticas. Esto nos da razones para pensar que el próximo en gobernar no representará al pueblo sino a sus propios intereses.

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