miércoles, noviembre 09, 2005

¡Soy único! (mi número de serie me da la razón)


Esto que originalmente había comenzado como una respuesta al post de Bauer ha adquirido una masa tal que me veo forzado a postearlo aparte. Sepan disculpar la molestia de obligarlos a leer el post anterior.
Es complicado tratar el tema de la idolatría sin caer en falsas apreciaciones que a priori parecen irrefutables pero que en definitiva no dicen nada. El argumento de que en base a los "héroes" de hoy en día podemos entender cuán corrupta está nuestra civilización recuerda a las palabras apesadumbradas de los viejos en la cola del banco quejándose por cómo han cambiado las cosas.
¿Qué es este fenómeno de la idolatría? ¿Es nuevo? No, evidentemente, aunque sus caracteres más criticados sólo se adquieren en la llamada cultura de masas, hija, prostituta y carcelera de los mass-media o medios de difusión masiva.
No quiero aburrir con los detalles de las investigaciones post Segunda Guerra Mundial tan en boga hace unos 40 años, que analizaron hasta el hartazgo los métodos de propaganda de los que tan redituable uso hicieron tanto Hitler como los países aliados (valgan como ejemplos los siguientes: los nazis, al invadir Polonia, arrojaban desde sus aviones volantes en los cuales un soldado polaco enfadado gritaba a Chamberlain: "¡Ingleses! ¡Esto es culpa vuestra!"; los aliados demonizaban a los nazis recurriendo a la figura arquetípica de los bárbaros hunos que arrasarían toda ciudad a su paso).
Basta decir al respecto que los caracteres decisivos de nuestra cultura actual globalizada, particularmente en lo que respecta a los mass-media, surgen con una intensidad decisiva tras la Segunda Guerra Mundial y en particular durante la Guerra Fría.
A nadie sorprenderá saber que los Estados Unidos gastaron millones durante el transcurso de esta última para hallar nuevos métodos (más allá de la desinformación sistemática y el arraigo de prejuicios que siempre los han caracterizado) de manipulación de masas. Son representativas al respecto las investigaciones con drogas psicotrópicas (LSD, DMT, e incluso la mucho menos potente marihuana, investigada como reemplazo al "suero de la verdad") y los estudios sobre el rol de cine, radio, televisión y periódicos en la formación de la opinión pública.
Pese a una inicial tendencia a la exageración (se pensaba que todo lo que subliminalmente se indicara al espectador sería realizado por éste. Los vanos intentos de los cines de aumentar las ventas de Coca-cola y "palomitas de maíz" intercalando una poco sutil orden de "Buy" (comprar) como un cuadro dentro de las películas desmistificaron la cuestión).

Modernamente se sabe que, si bien los mass-media no pueden cambiar las convicciones firmemente arraigadas en una persona, hacen maravillas en los indecisos y en la confirmación de los que ya han interiorizado el mensaje que se pretende comunicar. No tienen fuerza para crear nuevas convicciones, pero son excelentes para arraigar las ya presentes.
Sumemos a esto una educación vacía o, peor aún, reaccionaria, de los ámbitos en que se desarrolla a educación de una persona y tenemos otra inocente marioneta del sistema: burócrata, marxista, cristiano, hippie o lo que sea, pero siempre de manual, y en ejercicio de una libertad que nace herida de muerte. No nos dejan elegir cómo vestirnos, pero sí el color de nuestra ropa. Viva la libertad.

¿Problema nuevo la idolatría? Para nada. ¿Reflejo de lo malo de nuestra época? Tal vez, pero en todo caso, siempre lo ha sido: adorar a Alejandro Magno, al becerro de oro, a la Patria, Britney Spears o Wagner es igual de estúpido.
Si toda idolatría refleja una carencia en quien idolatra es algo que puede discutirse, y que no pretendo responder aquí. Pero la atribución de la culpa a los idolatrados es algo que hoy en día no tiene sentido sostener: la lógica del mercado dicta lo que es necesario, y ésto es lo que se produce. En realidad, para ingresar al mainstream, no importa que un artista tenga talento: se le exige sólo la realización de un perfil: cumplidos determinados requisitos, llega la fama, que puede recaer tanto en A como en B, C o D. ¿Cuál de todas las rubias es tu modelo favorita? ¿Cuál de las cantantes oxigenadas de aspecto inocente? ¿Qué galán de Hollywood te parece más sensible?

No, no se apresuren a responder. Esto es un mercado, y un buen comprador siempre simula ser exigente.

1 comentario:

Maxi Smith dijo...

Bueno, la idolatría no podemos catalogarla como un problema si es inherente al ser humano (algo asi como el sexo para algunas religiones) lo que hay que hacer es estar informado, y prohibir ciertas practicas (como los mensages subliminales, si bien no son tan eficaces como se creia) El seguimiento de grupos, personas o ideales desde los mas complejos hasta los mas simples es parte de la sociedad y el humano como individuo. Todos nosotros somos algo idolatras en mayor o menor medida, en diferentes cosas y en diferentes tiempos. solo hay que saber entenderla y no tenerle miedo