jueves, diciembre 01, 2005

Libertad de expresión


¿Hay libertad de expresión en Argentina? Estoy harto de escuchar periodistas que dicen que no la hay. Sostienen que nuestro presidente tiene aspiraciones hegemónicas y que es un pequeño tirano. Dicen prácticamente que es un monstruo comunista, y próximamente quizás digan también que es un torturador.

Dicen lo mismo en Venezuela, país que no he tenido el gusto de visitar. Plantean que Chávez no es democrático y parece no importarles los amplios triunfos electorales de Hugo (y no me refiero al personaje del famoso videojuego, sino al Hugo que solía llevar una boina), triunfos que fueron reconocidos por los veedores internacionales que tanto reclamara la oposición. Esto está clarísimo: cuando creen que las urnas les pueden servir, entonces se apoyan en las elecciones, pero cuando el resultado no los favorece (siempre) entonces denuncian fraude (y les da igual lo que digan J. Carter o cualquier veedor internacional). No me sorprende que ahora se hayan bajado de las elecciones venideras, al fin y al cabo, se han cansado de no ser votados.

En relación a la oposición venezolana, deseo contarles una anécdota que me tocó vivir, seré breve. Había ido a la Feria del Libro, que tiene lugar todos los años en la Sociedad Rural, y me había visto tentado de concurrir a la presentación de un libro sobre el gobierno de Chávez. Los escritores hablaron frente a un salón bastante grande y se refirieron al mencionado gobierno en términos muy positivos. Sin embargo, había un hecho que empañaba el asunto: un grupo de unas 15 o 20 personas de la oposición venezolana, que habían concurrido al recinto en forma planificada (todos portaban idénticas remeras amarillas con consignas antichavistas) y con la intención de entorpecer la presentación del libro, abucheaban múltiples conceptos que trataban de exponer los escritores.

Me sentía indignado, no se trataba de un acto político, era simplemente la presentación de un libro. Esos escritores estaban en su derecho de escribir cosas favorables a Chávez o a cualquier presidente. Tan molesto resultaba el accionar de estas personas que incluso el público les reclamaba que guardaran el decoro y dejaran a los autores del libro continuar con su presentación. Estos venezolanos de la oposición, que evidentemente tenían cierto nivel económico (recordemos que no es gratuito hacerse un viajecito a Buenos Aires), eran cuanto mucho el 5 % del auditorio y, sin embargo, pretendían interrumpir el discurso que todo el resto de la gente deseaba oír.

¿Por qué les menciono esto? Porque es el mismo principio que rige cuestiones como el fenómeno Blumberg. Los candidatos que proponen “mano dura” no tienen muchos votos, pero esta minoría (de alto nivel de ingresos) genera hábilmente grandes impactos mediáticos, mediante los cuales logran imponer leyes que no se condicen con el sentir de los argentinos. Así vemos a un señor Blumberg “infiltrado” en el Congreso diciéndoles a los legisladores qué es lo que tienen que votar. Que yo sepa no hay ningún Blumberg en Venezuela, por ahora, pero la oposición venezolana parece no querer resignarse a ser la minoría y pretende imponer sus aspiraciones a cualquier costo. Yo me pregunto: ¿Dónde estaban cuando se produjo el fallido golpe de estado contra Chávez? ¿Estaban luchando por la democracia? ¿O estaban luchando por sus intereses?

Para redondear este artículo quiero agregar una observación que está dirigida a todos esos periodistas que se quejan de la falta de libertad de expresión. Si realmente fuera como ellos dicen, no estarían escribiendo en sus diarios oligarcas sobre la falta de libertad de expresión, estarían tras las rejas o incluso muertos. Ellos no están escribiendo contra la opresión de Chavez desde el exilo, están escribiendo en Venezuela misma, y lo que expresan es publicado en ese mismo país por sus principales diarios, entre ellos por El Universal, y también por los demás medios de comunicación. Lo mismo digo con respecto a la prensa argentina. Cuando en un país determinado no haya libertad de expresión, en ese lugar no habrá margen para manifestar que no hay libertad de expresión.

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