sábado, septiembre 24, 2005

Hombres, mujeres, sexo. Nada de niños


Siguiendo con la línea de la

La Guía Definitiva para la Manipulación del Hombre Heterosexual

procederemos en esta y otras entregas a cuestionar algunos de los prejuicios más recurrentes cuando se habla de sexo. Hoy:
“Los hombres quieren que su mujer sea una dama frente a los demás y una prostituta en la cama”.
Este argumento no suele ser formulado con estas palabras en nuestro país, aunque sí en el vecino grande del norte (citemos una autoridad: la letra del tema "Yeah" de Usher: "We want a lady in the street but a freak in the bed").
El argumento es erróneo: una mujer en la cama siempre es una mujer, sea prostituta o no. Pero las damas no van nunca a la cama, y, si llegan a hacerlo, son repugnantemente aburridas. No se trata de comportamiento social, se trata de visceralidad, de un acto animal e instintivo manipulado racionalmente, que solamente puede ser sublime luego de su aceptación total, y no a través de la lente de una moral pacata y, en todos los casos, falsa.
¿Hasta cuando vamos a seguir escuchando a un señor vestido con una sotana (para que no se noten las erecciones) diatribando desde el altar contra la carne, cuando sabemos en qué clase de hervidero de perversiones se torna el inconsciente al negar el cuerpo? ¿Qué valor cabe atribuir a la condena del representante de una institución con severa cantidad de casos probados de homosexualidad (que en sí no tiene nada de malo, pero es como si la 12 se quejara de la violencia en el fútbol) y pedofilia?

En el sexo no existen reglas, existen gustos. Pretender influir sobre los gustos de otro es intentar alterar su personalidad para que se adapte a lo que un grupo, mayoritario o no, considera normal.
Si alguien considera a esto válido, no veo en ello ningún problema. El que a hierro mata, a hierro muere.
Y la mayoría de los herreros cristianos murieron con las Cruzadas.

"Una tribu sigue a la otra y una nación sigue a otra como las olas del mar. Es el orden de la naturaleza y es inútil lamentarse. Es el tiempo de la decadencia" Cacique Seattle

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