domingo, julio 31, 2005

Guía para aspirantes a intelectuales


¿Cansado de que todas las puertas se le cierren? ¿Desesperado por tener algo que hacer? No sufra más: llega para ayudarle la Guía para aspirantes a intelectuales. No consulte a su médico al respecto.

Good evening, aspirante a intelectual. Esta es una guía que le enseñará algunos trucos básicos, “gajes del oficio” útiles para esta ficción en que usted planea embarcarse. Abra su mente y aprenda, que ya tendrá tiempo para rechazarlo todo arbitrariamente cuando alcance su objetivo.
Procedamos sin más demoras (lección 1: considere a su tiempo como valiosísimo, aunque nunca tenga nada que hacer ni lugar alguno al que ir), pues, a los consejos:

  • Rechace con displicencia todo lo que esté demasiado impregnado de cultura popular. Despotrique con argumentos incomprensibles y absolutamente fuera de lugar contra el fútbol, el tango, las costumbres populares, los programas de TV y películas más vistas, etc. Es aceptable sin embargo que incurra en cualquiera de estos vicios: sólo asegúrese de convencer a quien lo vea de que lo hace para mezclarse con el pueblo y tratar de entender por qué gustan de tales bajezas. Esto dígalo convencido, caso contrario puede su interlocutor darse cuenta de que miente. En este último caso considere matarlo.
  • Búsquese gustos de apariencia refinada en toda área cultural y gastronómica. Así, al hablar de cine, critique sin tregua a todo aquello que venga de Hollywood, y tenga en más alta estima al “más culto cine europeo”, al cine nacional no popular y masivo, producciones independientes mayormente y, sobre todo, desarrolle un fanatismo (haga el esfuerzo) por las películas provenientes de algún país asiático. El cine indio, chino, coreano, ruso o incluso japonés es aceptable, siempre y cuando no se trata de películas de artes marciales. Sepa algo de éstas de todas formas.
    En materia de libros, mire en las librerías qué libros están señalados como best-sellers y dedíquese ulteriormente a criticarlos, aún sin haberlos leído. Del mismo modo, busque los libros más retorcidos y aburridos, provenientes en lo posible de autores extranjeros con nombres que rozan lo impronunciable (haga todo lo necesario, empero, para aprender a pronunciarlos) o de autores nacionales que nunca alcanzaron ni alcanzarán ningún prestigio, léalos y defiéndalos como si de obras maestras de la literatura universal se tratase.
    Por supuesto, también deberá leer los considerados clásicos, y hacer un gran esfuerzo intelectual para buscarles algún punto criticable que expondrá convenientemente. Las citas a autores de apellido inglés o alemán, existentes o no, de hace varios siglos, engalanan cualquier comentario. Lea a Borges para obtener ejemplos prácticos de esto.
    Finalmente, en materia gastronómica hay básicamente dos vertientes que deberá explorar: al menos cuando esté en público coma platos refinados y minúsculos, de ingredientes improbables, por más que esté muriendo de hambre. Autodefínase como un sibarita, aún sin que se lo pregunten (sobre todo si no se lo preguntan), y todo lo que tome para comer, de una bandeja o plato, tómelo con displicencia, como si realmente no quisiera hacerlo, pero se viera obligado por serle requerida su opinión.
    La otra vertiente es el vino: sepa todo lo posible del mismo, memorice los mejores años de los vinos más renombrados, aún cuando nunca los ha bebido ni beberá, y alábelos al probar cualquier otro vino, denostando a este último. El conocimiento del whisky y aledaños procede sólo en algunos ambientes. Manéjese con extrema precaución.
  • Modifique su forma normal de hablar. Introduzca en su lenguaje diario palabras rebuscadas, en lo posible existentes, tomadas del diccionario o de cualquier libro grande y, si fuese posible, polvoriento. Los giros lingüísticos extranjeros deben manejarse con cuidado: por lo general las palabras y modismos franceses son bien aceptados, pero para introducir sus pares ingleses debe tenerse cierto criterio: sólo citas o modismos antiguos, remontables al inglés de tiempos de Shakespeare. No olvide que es un idioma que ha perdido todo signo elitista, y, como tal, debe tratarlo con una tenue nota de desprecio.
  • Sea cínico. Lamentablemente esto es difícil de enseñar; deberá apelar a la práctica. Si no sabe como serlo busque algunos comentarios que califique como cínicos y defórmelos para hacerlos cuadrar en situaciones en que usted pueda verse inmerso. Tenga cuidado: aplicar el cinismo en las conversaciones con ciertas personas puede causarle lesiones relativamente graves. Sea criterioso.
  • Nunca admita que no sabe algo. En el peor de los casos, cuando la situación ya es insalvable, comente que lo recuerda levemente porque no le pareció demasiado importante, y que no entiende a dónde se dirige su interlocutor con eso. Lo útil del último argumento es que da pie para fingir que algo lo ha ofendido y huir velozmente, antes de que alguien continúe preguntándole su opinión.
Si el mundo no estuviera tan lleno de gente como la mencionada, sería mucho menos interesante. Reconózcalos a tiempo y repúdielos, en lo posible, públicamente.

5 comentarios:

FreeSpeechMonger dijo...

Me siento identificado, eso es malo? Espero no que no sea una indirecta hacia mí y los otros orates.

Un gran abrazo a todos!

Inconsciente Colectivo dijo...

No os preocupeis, muchachos, que sobre todo es una crítica a mí mismo. Lo que define al intelectualoide y lo que lo hace digno de ser aborrecido es la pedantería. Con evitarla estamos salvados... espero!

Anónimo dijo...

y ... mira despues de lo de "San petersburgo", la verdad que no te considero un intelectualoide totalomente . jaja. pero igual muy bueno tu articulo- noe

Inconsciente Colectivo dijo...

Jajaja ante la duda voy a decir menos mal y gracias. Creo.

Inconsciente Colectivo dijo...

Gracias por el apoyo!! En honor a todos los que dijeron algo positivo de mí he decidido no suicidarme.
Si esto es algo bueno o algo malo lo dejo a discreción de los que me conocen.
No, en serio, gracias!!