martes, julio 26, 2005

...Yo Camino Solo Por El Boulevard De Los Sueños Rotos...

PRÓLOGO

Mi vieja siempre me decía "Jorge, vos vas a terminar mal". Quien hubiera pensado que fuera profeta mi vieja. Hoy, mientras siento como mi sangre forma un charco debajo de mi cuerpo quebrado, vuelvo a aquellas mañanas cuando yo recién llegaba de alguna juerga y mi vieja se levantaba para ir a trabajar, y siempre la misma frase mientras me ayudaba a ir a la cama, "Jorge, vos vas a terminar mal..."

En aquella época yo solo tenía 18 años y, como dice la canción, "Toda una vida para enfermar". Hoy sobre el final de mi vida, tengo 27 años y siento que no importa que tanto me lo haya repetido mi vieja o que tanto me hubiera preocupado, mi destino era terminar mal, y el destino es tan guacho que nunca juega a menos que sepa que va a ganar.

Pero me estoy yendo por las ramas, al final no van a entender nada y entonces si que moriría al pedo. Tengo esta ultima oportunidad de contarles lo que se y, si alguien se aviva, todavía se pueden llegar a salvar. Quien sabe.

Todo empezó de la manera más estúpida y predecible, casi como salido del imaginario de un escritor de cuarta y, sin embargo, no creo que hubiera podido empezar de otra manera...

UN POCO DE ROUGE EN EL FILTRO

Era domingo de madrugada y yo estaba sentado en el drug store de la esquina pudriéndola con unos amigos como siempre. Tenía la excusa de estar "estudiando" y por eso no tenía que trabajar al otro día. La mayoría de los que estábamos may seguíamos el mismo verso.

Íbamos por el cuarto porrón y yo saque el último cigarrito, hice una bolita con el atado y se lo tire a un amigo.

-¿Alguno tiene fuego, loco?- pregunté aunque sabia que nadie tenía.

-Yo tengo- dijo una voz femenina a mi espalda. Cuando me di vuelta la vi por primera vez, no pareció tan terrible como ahora que la recuerdo, de echo la encontré fascinante. Estaba ahí parada, como conjurada de mis mas profundas fantasías, ofreciéndome un cigarrillo con un poco de rouge en el filtro. Llevaba anteojos negros a pesar de que era de noche, tenía puesta una remera de los RAMONES y llevaba el pelo atado en una trenza que le caía sobre el pecho.

Creo que fue el pelo lo que más me sorprendió al principio, un pelo rubio casi blanco, como lo usan muchas minas, pero este no era teñido y daba un marco muy "de modelo" a su cara. Una de esas minas que solo salen en las películas.

-Ah! Gracias- dije yo. Tomé el cigarrillo que me ofrecía, encendí el mío, le di una calada profunda y se lo devolví. Ella tenía las manos heladas a pesar de que estábamos en pleno enero y el calor era aplastante, incluso de noche.

-Yo me llamo Jorge...- empecé.

-Ya se- me cortó- Jorge Medina. Te estaba buscando. Me gustaría que me acompañaras a caminar un poco, si no estás muy ocupado.-

-No, no para nada- cuando una mina así te invita a caminar, no se le dice que no. Me despedí de mis amigos y no fuimos caminando por calle San Luis.

-¿Te conozco?- pregunté

-No. Pero yo te conozco a vos y eso es suficiente de momento.- dijo sin mirarme.

-Ah! Mira que bien. Y... ¿de donde me conoces?- pregunté temiendo haberme cruzado con alguna psicópata que, por alguna razón inexplicable, se había obsesionado conmigo.

-Te conozco desde que naciste, desde antes incluso. De hecho, vos sos mi pieza principal en el Juego.-

-Perdón?- pregunté, seguro ya de que la mina estaba loca o algo peor.-Mirá, me parece que estás un poco confundida o te anduviste dando con algo. Yo mejor me voy, un gusto conocerte...-

Entonces, ella se rió. Esa risa fue el sonido más horrible que he escuchado en mi vida. Una risa fría, cínica, una risa sin el más ligero rastro de humor o alegría. Una risa muerta.

-Esperá. No te vallas todavía, caminemos un poco más.- dijo agarrándome de la mano. Y aunque su voz sonaba a "por favor", su contacto fue una orden directa. Una piel tan fría, que me quitó todo el calor del cuerpo, así como la voluntad de resistir.

-¿Quién sos?- le pregunté. Casi no podía hablar. Tenía la boca pastosa, como si estuviera ebrio y me sentía duro, torpe, como si en vez de sangre tuviera un líquido muy espeso.

-Tengo muchos nombres- me dijo ella mientras caminaba y yo la seguía como un autómata -En este siglo, y en este lugar, me llamo Luciana Fernández, pero eso es solo un nombre mortal que no significa nada.-

-Ajá, claro...- cada vez entendía menos, pero estaba logrando controlar a mi sublevado sistema nervioso y eso me devolvió parte de mi confianza. -¿pero QUIÉN sos?-

Ella volvió a reírse con esa risa oscura, inhumana que tanto me horrorizaba pero que a la vez, me atraía irremediablemente.

-Te la voy a hacer fácil nene. Yo, soy el Diablo.-

UN RÍO MUGRIENTO Y UN PAJARO MUERTO

A todo esto, debo aclarar que yo nunca fui muy religioso. Aunque hice la secundaria en una escuela católica, siempre creí que todo ese asunto de la Biblia y demás, solo era un cuento infantil para entretener a las viejas y sacarle plata a los imbéciles.

Recuerdo que cuando tomé la comunión, en las clases de catecismo había muchos curas que resplandecían por su supuesta Fe. Un día, le pregunté a uno de estos hombres santos como podíamos saber si Dios existía, y el me respondió:

-Es una cuestión de FE. Aunque nosotros no creamos en Él, Él sí cree en nosotros y nos cuida y acompaña a cada paso.-

Me di cuenta de que el tipo estaba esquivando la pregunta y que su supuesta "FE", era tan inexistente como la mía. Un par de días después, tomé la comunión y nunca volví a entrar a una iglesia.

-Bueno...- dije recuperando un poco mi escepticismo anterior, ahora que estaba seguro que estaba junto a una pobre desquiciada -Si vos sos el Diablo, supongo que para salvarme tengo que pedirle ayuda a Dios, no? ¿No es así como funciona?-

-No. ¡Para nada!- me contestó riendo -Verás, desde el mismo momento de tu concepción, vos fuiste mío. Tu mera existencia sirve a un solo propósito, ayudarme a ganar el Juego.-

-¿Qué Juego?- le pregunté. Ya que estaba atrapado con una loca, por lo menos me iba divertir un poco.

-El Juego de la Creación- me contestó con una mueca divertida.

-Ah! ¡Ya entiendo! Primero vos me tentás y después parece Dios disfrazado de viejito y me ofrece la salvación, ¿no? Porque Dios siempre aparece en forma de viejito.-

-No. Parece que terminas de entender. Tu alma ya es mía y Dios no tiene nada que ver con este asunto... al menos no directamente. La cosa es así, yo estoy acá para mostrarte los portentos del fin. Tu mundo esta por terminarse y Dios está demasiado ocupado en otras cosas como para preocuparse. Pero yo, yo le quiero dar a este mundo una chance de salvarse, y todo depende de vos.-

-Pero... ¿no se supone que el Diablo es la esencia de la maldad y que lo único que quiere es la destrucción del mundo y la condena de todos los humanos?- pregunté.

-¡Por favor! Esos son cuentos que ustedes inventaron para consolarse y justificarse mutuamente. Si el Diablo es la fuente de toda la maldad, entonces los pobres humanitos no tienen realmente la culpa de lo que hacen, ¿no? El Mal, querido Jorge, es una invención legítimamente humana. ¿O acaso pretendés echarme la culpa por todas las malas acciones que a la humanidad tanto le gustan?-

-A nadie le gusta la maldad- dije sin mucha convicción al recordar a ciertos personajes de nuestra historia mundial- La gente quiere estar bien...-

-¿Así? ¿A costa de que?- me preguntó entre risas. Hizo una pausa para encender un cigarrillo y luego siguió- A la mayoría de ustedes le importa muy poco que pase con el vecino en tanto no les afecte, en tanto puedan seguir "viviendo bien". Se encierran en sus mezquinas fantasías de confort y seguridad y justifican su egoísmo diciéndose que nadie puede cuidar de todo el mundo, o que si algo le paso "por algo será". Y justifican todas sus malas acciones, todas su bajezas diarias echándole la culpa l Mal, al Diablo y sus secuaces. La verdad es que aquellos de ustedes que logran vivir más felices, son los que aprendieron a ignorar el sufrimiento de los demás y a encerrarse en sus patéticas burbujas de felicidad fingida.

Esta es precisamente la maldad que el ser humano tanto teme. No es tan malo el que asesina sin razón, como el que felizmente elige ignorar esa muerte. Pero la noche es joven y no es necesario apurarse. Todavía hay muchas cosas que quiero mostrarte.-

Sin darme cuenta, habíamos llegado a la orilla del río, a la playa municipal. Sorprendido miré hacia atrás y me pregunté cómo habíamos hecho para caminar tanto.

CONTINUARÁ...


Escrito por Germán Firpo

8 comentarios:

Anónimo dijo...

muy buena tu historia, bastante el punto sobre el diablo y nuestras creencias. la estas escribiendo, vos?, por favor publica la continuacion.-noe

Anónimo dijo...

Me saco el sombrero señor ante esta obra de arte contemporaneo, german, recorda algo que alguna vez te dije, a Frank Grimmes le gustan las zuripantas!!!

FreeSpeechMonger dijo...

Vamos Germancho que la gente del Blog pide más!!! Inspirate algo, digo...inspirate y terminá el cuento. Estamos todos pendientes!

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Maxi Smith dijo...

Que copete el cuento GER!!!
una muy buena obra que te deja esperando la segunda parte... posteala YA!!

che seguro que la minita no es miembro de alguna religion oficial?

Inconsciente Colectivo dijo...

Si Germán no la sigue, y si nos autoriza, deberíamos transformar esto en algún tipo de experimento... que cada uno agregue un párrafo, o algo así, o que el que tenga habilidad empiece a dibujar las escenas (¿Quién sabe dibujar cigarrillos manchados con rouge?).
O todavía mejor: que alguien me diga que esto es una idea pésima!!!

PD: buen cuento orate, si no quiere seguirlo salte directamente a la escena en la que está en un charco de sangre y deje a la plebe tranquila!

FreeSpeechMonger dijo...

oops, disculpame, pensé que era el título del cuento...

SE VIENE LA CONTINUACIÓN!!!! JOJOJOJO

Inconsciente Colectivo dijo...

Excelente idea la suya orate, me prendo totalmente al proyecto... pero antes deleite a la plebe con la continuación! Si le quito tiempo embarcándolo en un proyecto nuevo probablemente multitudes iracundas me repudien por no saber como termina la historia original.
¿Y qué hemos aprendido de las multitudes iracundas? Que son divertidas cuando uno es parte de ellas, pero no cuando es su blanco. O su negro, depende la multitud.