jueves, agosto 11, 2005

Sobre el levantamiento de TVR e Indomables


“La idiotez es una enfermedad extraordinaria: no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás”. Voltaire


TVR e Indomables fueron sacados del aire por su productor, Diego Gvirtz. Admirador de ambos ciclos, mi primera reacción fue indignarme: “Falta que se vaya con los fachos del 9 y dejo de creer para siempre en la TV argentina.” Sí es que todavía queda algo en lo que creer...

Pero resulta que el problema es algo más profundo. Las decisiones drásticas tienen fundamentos profundos: en este caso, un acto de censura por parte de las autoridades de América. Y censura del peor tipo, del más enraizado en la historia de nuestro país: por razones políticas. TVR había decidido llevar como crítico invitado a Mario Pontaquarto, el arrepentido en la causa de las coimas del Senado. El programa se grabó perfectamente, y fue entregado a los encargados de la programación del canal.

Por la noche, sin ningún aviso previo a Diego Gvirtz y la producción del ciclo, el mismo se emitió censurando todas las intervenciones del invitado, con una calidad de edición lamentable que le quitaba toda naturalidad. La explicación del canal, que se ha negado a emitir un comunicado, fue que “Mario Pontaquarto no era un invitado digno para TVR”, que “era un delincuente porque estaba procesado”. Contradiciendo el sentido común (no aclares que oscurece) el vocero del canal, Gabriel Hochbaum, dijo que la edición fue producto de una “decisión artística”, porque los dichos de Pontaquarto eran “aburridos”.

Sin ánimos de extenderme demasiado, el tema tiene mucha tela para cortar, incluso desde lo artístico. ¿Bajo qué retorcido concepto se entiende como ético el editar a piacere las obras de otro sólo porque se ejerce un cierto dominio sobre las mismas? Como bien resaltó en su indignación Gvirtz, “No me están dejando opción: si ellos modifican mis programas, no tiene sentido que el ciclo lo haga yo”.

¿Quien organiza una exposición de arte tiene derecho a retocar los cuadros a discreción? ¿Los herederos de un gran autor pueden editar sus libros por detentar los derechos sobre las mismos? ¿El encargado de proyectar una película en un cine puede cortar las escenas de desnudos porque ofenden su sensibilidad?

Almodóvar, el gran director español, dijo en una ocasión: “No soporto al artista cuya principal vocación es la provocación. Creo que los grandes provocadores lo son sin proponérselo”. Y precisamente, TVR fue siempre provocador más allá de los convencionalismos, y por vocación. ¿Se puede tratar un tema como el de Cromañón sin causar malestar e indignación? No, si se pretende decir la verdad.

Y así, mucho agua corrió bajo el puente. Se acusó al programa de ser un plagio del de Portal (la Justicia finalmente terminó fallando a favor de TVR), salió varias veces como el “infierno” (lo peor) de la TV en el suplemento Espectáculos de Clarín, aduciendo que su falta de respeto no tenía límites (judíos, negros, discapacitados, gordos, etc), se le entablaron varias demandas, etc. Todas demostraciones de la frase de Rabindranath Tagore: “Ese que habla tanto está completamente hueco, ya sabes que el cántaro vacío es el que más suena”.

Sobre la dimensión política de la censura se podría decir mucho más, pero no quiero quitarle fuerza a la idea central que inspiró este artículo. El derecho a la libre expresión tiene que ser lo más absoluto posible, no se lo condiciona ni se le niega a alguien, mucho menos por “estar procesado”, algo que sí harían en otros canales ya mencionados (¿América no era progre? ¿Qué nos queda, ahora que Lanata se fue con Tinelli a Radio del Plata?).

Un montón de idiotas no van a manejar la libertad de expresión en la Argentina, ni en la televisión ni en ningún lado. Y si lo hacen, acá estaremos, primero desde este blog, y luego en la calle quemando algo, para gritar, como dementes, por nuestra libertad, para compartir la arenga que gritaba Argenti en un cuento de Dolina “¡Hijos de puta! ¡Despierten! El arte es grande y la vida es breve. Apaguen el televisor y salgan a la calle a vivir, que nos estamos muriendo...”

O no lo apaguen, pero griten por lo suyo.

1 comentario:

Inconsciente Colectivo dijo...

1 - Sí, lo de la financiación es cierto, pero esta fue una decisión política demasiado estúpida. ¿Qué mejor forma de parecer progre que poner al aire cosas con las que estás totalmente en desacuerdo?
"Si el enemigo alcanza algún éxito parcial, déjale dormir en sus laureles.
Cuando cunda el desorden entre sus tropas, aparovecha para atacar y capturarlas"
Sun Tzu, El Arte de la Guerra
2 - Morgado se va a arrepentir, pero de todos modos se ve mucho más digno que Moria ("Yo voy a llevar glamour al Congreso"? ¡Yo pensé que iba a llevar prostitutas caras y droga! Ah, claro, de eso ya hay...)
3 - Sí, puede ser que se haya ido a pique... pero de última, aunque le hubieran hecho esto a Infocampo (malditos fachos!), sería criticable igual.